Las
historias del vallenato tienen la magia de interpretarse de manera
natural que pasados los años no pierden su encanto, sino que aparecen
vestidas con las mismas notas y el sentimiento envuelto en el alma del
folclor.
De esta manera una vez
Diomedes Díaz Maestre le pidió un favor a Juan Humberto Rois Zúñiga, y
era que le llevara a una razón a la joven venezolana de nombre Edis, a
quien le iba a entregar en corto tiempo su corazón.
Aquel
favor lo pidió Diomedes a Juancho cuando corría el año 1990, y hasta lo
hizo público en medio del jeroglífico de la canción ‘Las notas de
Juancho’ y lo adornó exaltando a su amigo.
De lejos muy lejo’ un acordeón
de notas muy lindas yo escuchaba
y por esa nota acentuada
yo dije enseguida es Juancho Rois.
Efectivamente
‘El Cacique de La Junta’, acertó y por el sonido del acordeón encontró a
su amigo y compadre. Se armó la gran parranda donde se abrieron las
puertas para exaltar la calidad interpretativa de Juancho Rois.
Por qué no me toca ese acordeón
así como lo escuché ese día,
con esa bonita melodía
que hace sonreír a mi folclor.
La mujer de la razón
Han
pasado 27 años de aquella parranda donde Diomedes le solicitó a Juancho
llevarle una razón de entrega inmediata a Edis, utilizando la vía de
Adriana, un amor que el acordeonero tenía en Barranquilla.
Compadre hágame un favor
yo sé que se va mañana
hágalo por vía de Adriana
y me lleva esta razón,
me le dice a Edis que en estos días
le voy a entregar el corazón.
Soberana
misión tuvo Juancho Rois para llevar ese recado amoroso que tenía las
palabras precisas y el sentimiento a toda vela. Lo cumplió y al poco
tiempo Diomedes pudo en vivo y en directo llevar a la realidad la
mencionada promesa que conllevó darle rienda sueltas a los deseos del
cuerpo, y el compromiso de regresar cuando la vía estuviera despejada.
Adriana
y Edis, dieron motivos para que Juancho y Diomedes mantuviesen una
relación de compinches donde la inspiración de ambos dio frutos de
hermosas melodías que envolvían un romance de dos grandes amigos con dos
esbeltas mujeres.
Ellas, grandes
amigas, motivaron a Diomedes a inspirarse en una canción para enviarle
mensaje a su enamorada y aprovechaba el amor que Juancho le profesaba a
Adriana para lograr sus objetivos.
El
epicentro de esta historia de amor de Diomedes y Juancho fue
Barranquilla, donde cada vez que se presentaban en distintos escenarios
las miradas de los dos brillaban y aparecía la alegría porque sabían que
estaban cerca esos dos amores que les daban un plus especial.
Edis
y Adriana, así sin apellidos, hicieron parte durante mucho tiempo de
los recreos del corazón de ‘El Cacique de La Junta’ y ‘El Fuete’.
Me le dice por favor
que me encuentro confundido
y un poco de su cariño
pa’ mí es una bendición
que con mucho gusto y complacido
le voy a entregar el corazón.
Esta
canción nació entre tunas y cardones y en medio de los recuerdos de un
amor de esos donde el corazón palpitaba acelerado cuando la melodía
llamaba a Diomedes a cantar.
El regalo de la virgen
En
la misma región de Carrizal, finca ‘Los brasilitos’, se encuentra la
Virgen del Carmen que Juancho Rois le regaló a Diomedes Díaz, obsequio
que hizo público en la canción ‘Un canto celestial’.
Me regaló Juancho Rois la virgen,
me regalo la Virgen del Carmen,
y ahora, la tengo en Carrizal
la tierra, donde yo nací…
En
un rincón de la cómoda estancia está la Virgen del Carmen rodeada de
flores, velas, afiches, una Biblia y tiene tapada la corona con un
sombrero vueltiao, que el propio Diomedes le puso el día que la llevó.
En esa finca, Ana González, cuida la imagen y dice que ese es el mayor tesoro que dejó Diomedes, su amada Virgen del Carmen.
Esa
comunión de los dos amigos y compadres llegó hasta el 21 de noviembre
de 1994, cuando Juancho Rois murió en un accidente de aviación en El
Tigre, Venezuela, al lado del bajista Rangel ‘El maño’ Torres y el
técnico de acordeones Eudes Granados.
De
la unión en distintos tiempos de Diomedes y Juancho, quedaron en la
pasta sonora ocho producciones musicales para un total de 89 canciones,
más 15 en Fiesta Vallenata. También se añade a la historia el álbum más
vendido: ‘Titulo de amor’, año 1993, que les mereció Cuádruple Disco de
Platino.
A Diomedes lo criticaron
porque no fue al sepelio de Juancho, pero el acudiendo a su sabiduría
natural expuso una razón de peso y confesó que no estuvo porque quiso
hacerse a la idea que estaba viajando lejos. “Está, con Dios allá en el
cielo, sentado con el padre a su diestra, en cambio, en el cementerio,
me mata la tristeza”.
Dos grandes amigas
Edis
y Adriana, siguen siendo grandes amigas y cada una definió su futuro
sentimental, pero en sus almas están viviendo sin pagar arriendo el
cantante y el acordeonero, esos mismos que osadamente las encerraron
durante varios minutos en una canción para en el propio pentagrama
auscultar las locuras del amor. Ese amor que como la luna tiene
distintas fases que influyen en el efecto oculto del sentimiento.
En
aquel tiempo volaron lo más alto las ilusiones, la canción se impuso y
cuatro seres pudieron en secreto darse algunas licencias que quedaron
registradas en ese libro donde las letras no han podido borrarse porque
tienen el poder de los más hermosos cantos vallenatos.
La
historia de la canción no tuvo un final feliz porque tanto Juancho como
Diomedes, regresaron al redil del amor sincero y aquello quedó en el
baúl de las aventuras.
El tiempo ha
pasado, pero para Edis y Adriana el recuerdo no ha envejecido. Se
volvieron a encontrar hace dos años y decidieron visitar en Valledupar y
San Juan del Cesar, las tumbas de los artistas para llevarles flores y
en silencio darles las gracias. Unas gracias porque el canto de Diomedes
y las notas de Juancho les alegraron el corazón infinidad de veces.
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